Instalar servicios de salud mental en escuelas redujo en un 15% los intentos de suicidio
La presencia de estas unidades en los centros escolares facilita el diagnóstico y el seguimiento de los alumnos
Con frecuencia se dice que los jóvenes de hoy —agrupados en las generaciones Z y Alfa— son de cristal. Factores como el excesivo uso de las redes sociales o las galopantes tasas de divorcio han podido sumarse a los ya habituales problemas de la juventud para crear un caldo de cultivo particularmente complicado. Todo ello ha convertido la salud mental de niños y adolescentes en un desafío de escala internacional, con tendencias al alza en síntomas depresivos, ansiedad y suicidio en los jóvenes.
En este contexto, un estudio reciente publicado en The Journal of Human Resources ha arrojado resultados contundentes sobre el impacto positivo que tiene instalar servicios de salud mental en escuelas. La investigación, desarrollada a lo largo de casi dos décadas por un equipo multidisciplinar de expertos en salud pública y economía de la Universidad de Minnesota, revela que la instalación de servicios clínicos en centros escolares contribuyó a reducir en un 15% los intentos de suicidio autorreportados entre adolescentes.
Effects of School-Based Mental Health Services on Youth Outcomes
Una estrategia basada en la cercanía
El modelo de servicios de salud mental instalados en escuelas (SBMH, por sus siglas en inglés) se basa en una premisa sencilla, pero poderosa: acercar los servicios de salud mental al lugar en el que los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo, es decir, el colegio o el instituto. En lugar de depender de clínicas externas, los programas SBMH colocan a profesionales como psicólogos o trabajadores sociales en las propias escuelas, para así ofrecer evaluaciones, tratamientos y seguimiento directamente en el entorno educativo.
Según el estudio, este modelo fue aplicado de forma escalonada en 123 escuelas públicas del condado de Hennepin (Minnesota) entre los años 2005 y 2019. La evolución del programa permitió a los investigadores estudiar los efectos del SBMH en tiempo real, comparando las trayectorias de las escuelas que adoptaron el programa con las que no lo hicieron.
La reducción de intentos de suicidio: el impacto más claro
Entre los múltiples hallazgos, el más contundente fue la reducción del 15% en intentos de suicidio entre los estudiantes. Este efecto fue consistente en distintas metodologías y análisis, y fue estadísticamente significativo en ambas muestras evaluadas —tanto la total como una más conservadora, con escuelas emparejadas por características demográficas.
Este hallazgo es especialmente relevante porque aborda una dimensión de salud mental severa y urgente. En un contexto nacional en el que las tasas de suicidio adolescente han crecido de forma preocupante durante la última década, este estudio ofrece evidencia de una herramienta concreta y efectiva para revertir esa tendencia.
Pensamientos suicidas: mejora leve, pero no significativa
Aunque el efecto sobre las tentativas de quitarse la vida fue claro, los resultados en cuanto a pensamientos suicidas mostraron una mejora leve pero no estadísticamente significativa. La probabilidad de que un estudiante pensara en suicidarse durante el año anterior se redujo entre dos y cuatro décimas, una cifra pequeña en comparación con el efecto sobre los intentos.
Los autores interpretan esta diferencia como una posible señal de que la presencia de servicios de salud mental en las escuelas influye más en la contención de crisis graves —como el paso del pensamiento a la acción— que en la eliminación total del sufrimiento emocional subyacente.
Mayor acceso a servicios clínicos y más diagnósticos
Otro hallazgo clave fue el aumento en el uso de servicios clínicos de salud mental. La presencia de profesionales en las escuelas incrementó en 1,6 puntos porcentuales la probabilidad de que un estudiante recibiera algún tipo de tratamiento, ya fuera psicoterapia o prescripción médica.
Paralelamente, el estudio también apunta a un incremento del 11% en la identificación de nuevos casos de trastornos mentales. Esta cifra fue interpretada como una mejora en la capacidad de detección gracias a la proximidad y la frecuencia del contacto entre estudiantes y profesionales. En otras palabras, el modelo SBMH no solo trata a los alumnos que ya están diagnosticados, sino que permite ayudar a quienes, sin este modelo, pasarían inadvertidos.
Mejoras en la disciplina
Los efectos del SBMH sobre la conducta también fueron positivos, aunque más débiles. En las escuelas con el programa se registró una reducción del 10% en la tasa de expulsiones y una disminución del 25% en la probabilidad de que a los estudiantes se les abriera un expediente en el sistema de justicia juvenil.
Ambos indicadores, aunque secundarios en el estudio, refuerzan la idea de que una intervención adecuada en salud mental también tiene efectos colaterales sobre la conducta y la convivencia escolar.
El coste promedio por escuela de instalar uno de estos servicios es de 100.000 dólares anuales (88.552 euros). Según el análisis de los autores, aproximadamente un 5% de los estudiantes en las escuelas con SBMH hacen uso del servicio.