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Depardieu, y los depredadores sexuales del cine

Los otros Depardieu: el estigma de por vida de los depredadores sexuales del cine

La caída pública de Depardieu no es un hecho aislado, es parte de un patrón global que ha sacudido los cimientos de la industria audiovisual en los últimos años

skynews-harvey-weinstein-accusers_4125551 Depardieu, y los depredadores sexuales del cine Abuso sexual infantil o Pederastia Criptocracia Francmasonería o masonería Ideologías dominantes Libros sagrados Movimiento activista pedófilo Novus Ordo Seclorum Supranacionalidad Talmud hebreo: תַּלְמוּד [talmūd], «instrucción, enseñanza»)

En ausencia del acusado, el Tribunal Penal de París ha declarado culpable a Gérard Depardieu por dos agresiones sexuales cometidas durante el rodaje de Les Volets Verts («Las persianas verdes») en 2021. El actor, de 76 años y considerado uno de los mayores símbolos del cine francés, ha sido condenado a 18 meses de prisión, aunque exentos de cumplimiento, lo que significa que no ingresará a la cárcel.

El tribunal acreditó que Depardieu manoseó a una decoradora de 54 años sin su consentimiento. Aún está pendiente una segunda sentencia por una denuncia similar interpuesta por otra mujer durante ese mismo rodaje. Este es el primer juicio penal que enfrenta el actor por delitos sexuales, aunque no es la primera vez que es señalado. Desde hace años, su nombre ha estado rodeado de testimonios y denuncias que apuntaban a comportamientos sexuales inapropiados y agresivos.

La caída pública de Depardieu no es un hecho aislado. Es parte de un patrón global que ha sacudido los cimientos de la industria audiovisual en los últimos años: el descubrimiento sistemático de figuras poderosas que utilizaron su estatus para abusar, acosar y silenciar. El cine, otrora refugio de glamour y prestigio, ha mostrado su rostro más oscuro.

De París a Hollywood: una cultura común de abuso

Bill-Cosvie-Depredador-300x169 Depardieu, y los depredadores sexuales del cine Abuso sexual infantil o Pederastia Criptocracia Francmasonería o masonería Ideologías dominantes Libros sagrados Movimiento activista pedófilo Novus Ordo Seclorum Supranacionalidad Talmud hebreo: תַּלְמוּד [talmūd], «instrucción, enseñanza») El caso de Gérard Depardieu guarda similitudes inquietantes con otras historias protagonizadas por gigantes del entretenimiento. Harvey Weinstein, Bill Cosby, Kevin Spacey o incluso el magnate Jeffrey Epstein, aunque no directamente del cine, comparten un mismo denominador: poder desmedido, impunidad sistemática y un entorno profesional que por años permitió que el abuso se convirtiera en norma.

Depardieu no solo era una figura consagrada en el cine francés; también era símbolo de una masculinidad artística celebrada por su intensidad, irreverencia y magnetismo. Pero esa imagen pública encubría, según varias denunciantes, un patrón de comportamiento abusivo y de dominio sexual sobre mujeres en situación de inferioridad jerárquica o laboral.

Es un patrón que se repite con inquietante frecuencia en otros continentes, industrias y décadas.

Harvey Weinstein: el caso que hizo estallar todo

Kevin-Spacey-Depredador Depardieu, y los depredadores sexuales del cine Abuso sexual infantil o Pederastia Criptocracia Francmasonería o masonería Ideologías dominantes Libros sagrados Movimiento activista pedófilo Novus Ordo Seclorum Supranacionalidad Talmud hebreo: תַּלְמוּד [talmūd], «instrucción, enseñanza») Si hay un nombre que cambió para siempre la conversación sobre los abusos en el cine, ese fue el de Harvey Weinstein. El productor de títulos como Pulp Fiction, Shakespeare in Love o El paciente inglés fue el epicentro de un escándalo que dio forma al movimiento #MeToo.

Weinstein fue condenado en 2020 a 23 años de prisión por violación y agresión sexual. Decenas de mujeres, más de 100, según investigaciones periodísticas, relataron cómo fueron coaccionadas, manipuladas o agredidas por él en habitaciones de hotel, oficinas de casting o cenas de negocios. Actrices como Rose McGowan y Ashley Judd rompieron el silencio, provocando una reacción en cadena en todo el mundo.

El caso reveló no solo la dimensión del daño individual, sino una red de complicidades institucionales: agentes, estudios, abogados y medios que durante décadas protegieron a un abusador porque era rentable.

Bill Cosby y Kevin Spacey: ídolos caídos en desgracia

Bill Cosby fue condenado en 2018 por drogar y violar a Andrea Constand. Aunque la Corte Suprema de Pensilvania anuló su condena tres años después por razones procesales, el caso abrió paso a un aluvión de denuncias: más de 60 mujeres lo acusaron de conductas similares. El hombre que representó el ideal paterno en la televisión estadounidense ocultaba una conducta depredadora sostenida durante décadas.

Kevin Spacey, por su parte, fue acusado en 2017 por el actor Anthony Rapp de un intento de abuso cuando este tenía apenas 14 años. A raíz de esa denuncia, más de una veintena de personas relataron situaciones de acoso o abuso por parte del oscarizado actor. Aunque fue absuelto en distintos procesos judiciales, su carrera colapsó: perdió contratos millonarios, fue apartado de House of Cards y hoy apenas sobrevive en producciones marginales.

En estos casos, como en el de Depardieu, el poder del acusado fue durante años un escudo. Lo que cambió no fue su comportamiento, sino el entorno que comenzó, tardíamente, a decir «basta».

Jeffrey Epstein: la red invisible

Jeffrey-Epstein-Dead Depardieu, y los depredadores sexuales del cine Abuso sexual infantil o Pederastia Criptocracia Francmasonería o masonería Ideologías dominantes Libros sagrados Movimiento activista pedófilo Novus Ordo Seclorum Supranacionalidad Talmud hebreo: תַּלְמוּד [talmūd], «instrucción, enseñanza»)

Aunque no formaba parte del mundo del cine, Jeffrey Epstein desempeñó un rol clave como figura conectada con celebridades, productores, actores y políticos. Acusado de liderar una red de tráfico sexual de menores, su caso puso al descubierto cómo los vínculos entre poder económico, espectáculo y política pueden crear entornos perfectos para la explotación.

Epstein murió en 2019 bajo custodia en una prisión federal de Nueva York. Su muerte, oficialmente clasificada como suicidio, generó múltiples interrogantes y teorías. Pero más allá de cómo terminó su vida, lo que su caso demostró es que muchas de las dinámicas que permiten el abuso trascienden industrias y geografías: lo que se repite es el desequilibrio absoluto de poder.

¿Por qué el cine es terreno fértil para el abuso?

La pregunta que subyace a todos estos casos es: ¿por qué en el cine, en Francia, en Estados Unidos, en tantos países, hay tantos abusadores? ¿Qué tiene esta industria que propicia la impunidad?

Hay varias respuestas, y ninguna sencilla. Primero, el cine concentra poder de forma jerárquica y desigual: un productor, un director o una estrella consagrada pueden definir el futuro profesional de cientos de personas. Esa dependencia crea entornos vulnerables donde decir «no» puede equivaler al fin de una carrera.

Segundo, la industria ha sexualizado de manera sistemática a las mujeres, y también a los hombres jóvenes, desde sus orígenes. Desde los castings privados hasta la presión para participar en escenas de desnudo, la línea entre actuación y explotación ha sido borrosa durante demasiado tiempo.

Tercero, el culto a la figura del “artista problemático” ha justificado durante años comportamientos abusivos. Directores o actores difíciles eran considerados genios; su excentricidad, parte del mito. Gérard Depardieu, con su historial de declaraciones provocadoras, actitudes violentas y denuncias públicas, encajaba en ese molde.

El cambio: ¿real o superficial?

Desde el escándalo de Weinstein, la industria ha comenzado a introducir protocolos de intimidad, coordinación de escenas sexuales, formación en consentimiento y mecanismos internos de denuncia. Grandes festivales como Cannes o Berlín han incluido códigos de conducta. Netflix, HBO y otras plataformas han actuado rápidamente frente a acusaciones.

Sin embargo, persisten los casos en que el sistema tarda en reaccionar. Gérard Depardieu, pese a múltiples acusaciones previas, continuó trabajando, recibiendo homenajes y siendo defendido por figuras públicas hasta hace poco. Incluso tras su imputación formal, no todos los proyectos se suspendieron de inmediato.

La justicia está empezando a alcanzar a quienes antes eran intocables, pero el proceso sigue siendo lento, doloroso y lleno de obstáculos para las víctimas.

La condena de Depardieu podría ser leída como el cierre simbólico de una época: la del actor «alfa», incontrolable, amado por su talento pero temido por su conducta. O podría ser, simplemente, otro capítulo más en una historia de justicia parcial.

Fuente: https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/los-otros-depardieau-el-estigma-de-por-vida-de-los-depredadores-sexuales-del-cine.html

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