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Testigo de una tragedia repentina

Puente Metálico, testigo de una tragedia repentina

Puente Gustavo Rojas Pinilla: 63 años de historias y tragedias en Montería

El puente Gustavo Rojas Pinilla, mejor conocido por los monterianos como puente viejo o Puente Metálico, debido a que su estructura está hecha de este material, fue construido por la compañía alemana Hein Lehmann, durante el gobierno del expresidente Gustavo Rojas en 1960, motivo por el cual lleva su nombre.

Sobre el río Sinú se encuentra todo un ícono de Montería, que permitió la conexión entre la margen derecha y la margen izquierda de la ciudad de las Golondrinas.

A 63 años de historia, este emblemático puente, considerado uno de los atractivos turísticos de Montería, ha sido testigo de manifestaciones sociales, desfiles de carrozas de candidatas al reinado de la ganadería y también, ha registrado varios trancones, atracos, peleas y accidentes de tránsito.

«Debido a la alerta que había por su deterioro escondería miles de historias y guardaría tantos secretos durante años»

Desde su construcción hasta la fecha de hoy, el puente ha sido protagonista de muchos intentos de suicidio cometidos por personas conscientes o inconscientes, las cuales fueron rescatadas por bomberos, policías y hasta por transeúntes.

Desde hombres que se suben a lo más alto del viejo puente para quitarse la vida, al parecer, por problemas económicos, y que luego bajan al ser convencidos de no matarse, o mujeres que en medio de su desesperación son agarradas por los habitantes para que no logren su cometido, han sido las historias que han quedado marcadas en la memoria de los ciudadanos.

El puente fue su más grande distracción

Tirarse desde lo más alto del puente y caer en las profundas aguas del río Sinú era una costumbre muy divertida que tenía Javier Darío Gómez Vargas, quien vivía en el barrio La Ribera, en la margen izquierda de Montería.

Esta práctica también fue realizada durante años por los hermanos de Javier, quienes solían lanzarse al río sin ropa para que en sus casas no se dieran cuenta, pues estaban nadando en el Sinú, unas aguas que para sus padres eran muy peligrosas.

Al parecer, la adrenalina que se sentía caer y darse un buen chapuzón era muy refrescante

Pero un día, el nadar y salir del agua después de una buena lanzada, no fue lo que ocurrió.

Un domingo de 1994, a eso de las 8:00 de la mañana, Javier, de 30 años de edad, estaba desesperado y angustiado, no lograba reconocer a nadie y sólo gritaba que se estaba quemando y pedía que por favor lo dejaran salir.

Su hermana Edilsa intentó detenerlo, pero no tuvo la suficiente fuerza para impedir que saliera de casa, pues su hermano se encontraba muy desesperado.

Mientras corría por las calles, huyendo de casa, decía que lo iban a matar

Los vecinos que no entendían lo que sucedía también corrieron detrás de él, pero al llegar a la mitad del puente, Javier habla con este, pero nadie logra escuchar lo que le dice, luego decide lanzarse.

Su padre, quien justo en ese momento pasaba por el puente para regresar a casa fue testigo de aquel tormentoso hecho que marcaría por años a una familia.

Al ver a su hijo hablando solo decidió correr para agarrarlo. Sin embargo, a pesar de los intentos por socorrerlo su muerte fue inminente.

Su padre inmediatamente entró en pánico y los areneros se sumergieron al río para tratar de encontrarlo

Pasaban las horas y no había respuesta alguna de Javier y su familia subía el puente varias veces recordando esa trágica escena una y otra vez. Al siguiente día, a eso de las 3:00 de la tarde, la Defensa Civil halló un cuerpo en medio de unas ramas, flotando en el río por los lados del barrio Mocarí.

Su hermana fue quien lo identificó, pues sus padres no aceptaban que su hijo había dejado de existir.

Sin duda alguna, la noche de aquel domingo fue espantosa para aquella familia que no lograba asimilar lo ocurrido.

Javier no se suicidó a conciencia por un problema o por una depresión como comúnmente las personas deciden quitarse la vida, sólo Dios sabe si él sufría de alguna enfermedad mental como la esquizofrenia, pero lo cierto es que, el puente significó más que un lugar en el que podía ir y entretenerse, el puente fue ese amigo que estuvo siempre para él y fue el único que escuchó de cerca sus últimas palabras.

Fuente: https://elmeridiano.co/cordoba/monteria/puente-metalico-testigode-una-tragedia-repentina